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Mapas para escuchar es un proyecto de intervención urbana en el barrio La Perla de Mar del Plata, que tomando como punto de partida el canto de los pájaros, intenta revelar las relaciones que se crean entre el sonido y el lugar y cómo escuchar apela a nuestro sentido de pertenencia.

La etimología de la palabra alemana para "pertenecer" tiene una conexión con la palabra "escuchar". Gehören se traduce como "pertenecer", mientras que la raíz de la palabra hören, significa "escuchar".

En su libro Accoustic Communication Barry Truax describe el concepto de comunidad acústica, en la cual el sonido actúa positivamente creando una relación unificadora con el entorno y cómo los sonidos pueden actuar como pistas y claves sonoras colaborando para definir un área espacial, temporal, social y culturalmente.

El objetivo del proyecto fue crear un mapa de coordenadas sonoras, a partir de la identificación, registro y cartografía de los “puntos sonoros”- árboles y estructuras urbanas- donde se concentra el canto de los pájaros. Los puntos comienzan a activarse hacia el final del invierno con los primeros trinos alcanzando su plenitud sonora durante la primavera continuando durante el verano. En el transcurso de cada día, maravillosos coros suceden a diferentes horas. Luego declinan durante el otoño y el invierno aunque su música nunca se acalla del todo.

El mapa, de gran formato y plegable como los típicos mapas turísticos, será también una guía de las especies de aves que habitan el barrio y de los árboles que les dan abrigo y se repartirá libremente entre vecinos y visitantes. Los puntos sonoros se señalizarán en el espacio urbano con la inscripción “escucha, aquí cantan los pájaros”. Los registros sonoros están disponibles online y son un archivo-patrimonio sonoro del barrio.

El 40% de las más de 11.000 especies de aves que habitan el planeta están en retroceso poblacional y una de cada ocho se encuentra en situación de amenaza según un informe de BirdLife International de 2018, siendo el motivo principal la continua destrucción de sus hábitats. Con el declive continuo de especies, el mundo se vuelve cada vez más silencioso.

En su ensayo Five Practices for Listening to the Language of Birds el biólogo David G. Haskell relata cómo las voces de los pájaros producen una nueva dimensión de experiencia sensorial. Al abrir nuestras mentes al lenguaje de las especies, experimentamos una conexión y un significado que superan en mucho cualquier otra cosa ofrecida por los simulacros electrónicos. ¿Por qué tan profundo? Porque atender a las lenguas de otras especies es nuestra herencia, legada por un linaje de antepasados que se remonta a cientos de millones de años. El canto de los pájaros revela el pasaje de las estaciones, las diferentes horas del día y su textura moldea el paisaje sonoro del barrio.

A finales de los años sesenta un grupo de investigadores que bajo el nombre de World Soundscape Project surge en la Universidad Simon Fraser de Vancouver de la mano de Murray Schafer y Barry Truax, presentaba la propuesta de "documentar y archivar paisajes sonoros, describirlos y analizarlos, y promover un aumento del conocimiento público a través de la escucha y el pensamiento crítico". Desde entonces, muchas instituciones, proyectos y artistas han continuado y enriquecido esa propuesta.

A diferencia de los proyectos de mapas sonoros que existen actualmente online, el proyecto Mapas para escuchar intenta intervenir directamente un territorio específico señalizando sus puntos sonoros y proponiendo a sus habitantes un mapa. Un mapa que es tanto un medio para el re-conocimiento del barrio como una trama de diversas especies, texturas, luces, aromas y sonidos, como una invitación a recorrer, experimentar y explorar el lugar mientras se van creando nuevas relaciones sensoriales y afectivas.

 

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copyright: liliana gelman